lunes, 26 de noviembre de 2012

¿Quiénes son los malos y quiénes somos los buenos?


 Hoy en día, si bajas a cualquier quiosco puedes encontrar todo tipo de prensa, desde revistas especializadas, entre las que se diferencia gran variedad de temas como el corazón, infantiles, deportivos, de cocina… hasta los diarios informativos que, aún sin tener temas opuestos, se aprecia en ellos importantes distinciones acerca de su contenido. Te preguntarás: ¿Cómo puede ser que un medio informativo, como lo son los periódicos, se diferencien entre sí? Pues bien, esto ocurre según el punto de vista de sus editores sobre los acontecimientos, especialmente aquellos relacionados con la política.

 Si el director del periódico tiene un punto de vista derechista ten por seguro que hablará maravillas de las actuaciones del gobierno a favor del gran empresario y en contra del indefenso trabajador. Entre sus páginas se llenarán artículos con elogios hacia las reformas del Partido Popular, las multitudinarias manifestaciones serán obra de los sindicatos, que lavan el cerebro al pueblo, y se reinventará la lengua española al gusto de sus creencias, como obviando el hecho que se pidió un rescate, en sus líneas quedará mejor “línea de crédito”.

 Por su parte, la prensa que tiende a la política izquierdista tiene la ventaja de poder alegrar la vista de sus lectores de manera mucho más sencilla: criticando cada novedad planteada por el gobierno. Ellos lo tienen más fácil, la gente está enfadada y solo tiene que ponerse de su parte. Es muy fácil decir que Rajoy es la reencarnación del mismísimo diablo, claro, él es el culpable del paro, de los suicidios por desahucios y, si quieren, también del tabaquismo.

 Los periodistas parece que han olvidado el fin de su oficio: informar de forma verídica a la gente. Está claro que es un trabajo y tienen que generar ingresos contentando al público, pero ¿hasta qué punto deben separarse de la realidad? Si viniera un extranjero y me preguntase qué periódico le recomendaría para enterarse de la actualidad política Española, no sabría qué contestarle, ya que ofreciéndole cualquier noticiario no estaría llenando su deseo de información.

 No nos queramos engañar, en este país no existe la prensa neutra. Si se desea hacer una vaga idea de lo que en realidad está pasando se debe adquirir diferentes diarios para comparar las distintas opiniones y así crearte una propia. Y llegar a ese punto me parece que es intolerable, ya que si pagamos por un servicio, como es el informativo, deberíamos adquirir a cambio aquello que se nos promete: información, objetividad, verdad. Si tú decides invertir tus ahorros en la compra de una chalet en la costa, y tras pagar descubres que la información del anuncio es falsa y en realidad has comprado un piso en Albacete, lo considerarías una estafa. ¿No es también considerable como estafa la compra de un diario informativo que, en vez de informar de la realidad del país, informa de fantástica verdad que sus editores anhelan? En mi opinión sí, alguien debería hacer saber a los periodistas que para ver mundos e historias fantásticas está el cine, que ellos se dedican a otra cosa, ellos tienen que ser los ojos que miren los sucesos por el pueblo.

 Pero se me ocurre una teoría, la cual hoy en día no suena tan descabellada: ¿Puede ser que las grandes editoriales de prensa estén intentando influir en el pensamiento de la gente? Pues, sinceramente, pienso que eso es exactamente lo que pretenden.

 No tenemos en cuenta, en la mayoría de ocasiones, el daño que se puede hacer a  través de las palabras. El arte de la dialéctica ya era estudiado en la antigua Grecia, en la que los sofistas enseñaban a los futuros políticos como influir, convencer y engañar a la gente con sus discursos para ascender en la democracia ateniense. Todo aquello que decimos se puede convertir en un arma con la que podemos destruir la vida de las personas. Si leemos un titular en el que nos dicen que el alcalde de nuestro pueblo ha gastado dinero público en la boda
de su hija, nos sentiremos furiosos, quizás dejemos de confiar en todo el partido político al cual pertenecía, y en el caso del alcalde, sería investigado y probablemente perdería el cargo. Si más tarde se demuestra que la información de la prensa era errónea nada cambiará, el daño ya estará hecho. Siempre se nos quedará dentro la desconfianza hacia una persona que al final no tenía culpa de nada, solo ha sido una víctima de la lucha entre editoriales para satisfacer a sus clientes y llevarse el gran premio. Si, el dinero.

 A esa manía que tienen de pretender influir en el pensamiento de la gente, contando verdades a medias para crear morbo y convertir sus publicaciones en drogas que la gente consume, ya no por informarse, sino para entretenerse, se le llama manipulación. Y eso es exactamente lo que tratan de hacer a sus queridos lectores,
manipularlos.

jueves, 22 de noviembre de 2012

El otro mundo

 Después de varias sugerencias acerca de crearme un blog, y escribir como loco, me he dado por vencido. He de admitir que me ha costado mucho conseguir darle forma a esto (mi eterna relación con las nuevas tecnologías).
 Todavía recuerdo cuando solo existía el correo electrónico. Por aquel entonces las bandejas de entrada no se plagaban de emails de publicidad o de avisos de programas y redes sociales, es más, la palabra red social  no se escuchaba aún. Pues no, en aquellos maravillosos años nos enviábamos cadenas que si no reenviabas en 7 días a 50 contactos una niña te mataba, gifs de spiderman bailando y protestas contra aquellos que hacían los gato-bonsai.
 Los afortunados que conseguimos sobrevivir a las cadenas vimos el nacimiento de algo maravilloso y que parecía eterno: el msn. Mientras la gente se iba sumando al messenger la lengua española iba muriendo poco a poco. Fue, en mi opinión, el desencadenante del movimiento cani/choni. Ese idioma tan peculiar que tienen se podía apreciar ya en sus nicks (en morado y entre un icono de una cerveza, otro de un cigarro y un guiño), n ls q pdían scribr la bblia ntera y aun ls sbrarian 10 caractrs.
 Pero no todo lo del primer gran chat fue malo, hay algo que hemos dejado morir sin darnos cuenta de lo importante que era en nuestras vidas. Sí, estoy hablando del simpático zumbido. "Brrrrrr, te ha llegado un zumbido" ¡Coño, que susto! Era nuestra única forma de espabilarnos aquellos días en los que no existía el antivirus Avast! y sus sutiles "¡¡¡¡¡LA BASE DE DATOS DE VIRUS HA SIDO ACTUALIZADA!!!!!". ¿De verdad no os gustaría tener zumbidos en el whatsapp?
 Lo que no sabíamos es que, mientras nosotros aprendíamos a utilizar la cam y los micrófonos en el msn, un nuevo estilo de páginas (y de vida) estaba intentando abrirse camino. Primero pasó por nuestras vidas, sin pena ni gloria, el Fotolog. Básicamente se trataba de poner una foto tuya de la que te pudieras avergonzar unos años más tarde y, bajo ella, escribir la letra de una canción (de la que te pudieras avergonzar unos años más tarde... otra vez), y esperar a que 20 personas, como máximo, te comentaran gilipolleces su opinión.
 Tras este gran fiasco al que yo llamo "Tenía 15 años y en esa época me golpeé mucho la cabeza", surgió el Tuenti. Bueno, el Facebook también pero en España vamos siempre por detrás del resto de países. El principio de la red social española era algo completamente distinto a lo de ahora: no se parecía para nada al Facebook. No habían juegos, ni eventos, ni "me gusta", ni álbumes para fotos, ni chat, ni niños (por aquel entonces eramos nosotros la juventud del Tuenti). Ahora no se si aun funciona así, pero en mis tiempos necesitabas ser invitado por alguien para hacerte una cuenta. Si aun existen invitaciones... ¿A quién coño se le ha ocurrido invitar a tantos críos?
 Por suerte descubrí pronto el Facebook. Era un territorio desconocido. Habían muchas cosas que hacer y no sabias por cual empezar (acababas dándole a "me gusta" a unas 30 páginas de "Señoras que..." o "Velocirraptores que..."). A primera vista era muy lioso y poco bonito (todo publicidad), pero cuando le pillabas el truco no podías cerrarlo ni un minuto. Cada vez que tenías notificaciones te daba un vuelco el  corazón, y eso que prácticamente todo eran invitaciones del Farmville. A la semana ya estaba burlándome de los que usaban Tuenti "jajaja que frikis".
 La iluminación de los chats le llegó a Tuentibook (chiste malo que uso para exponer que el Tuenti ya era como el Facebook pero con "T"), y pronto le siguió la red social americana. Aunque más simple y feo, fue el arma homicida en el asesinato del msn. Ya todo el mundo abandonó el msn para siempre y se cambiaron el correo electrónico a gmail intentando alejarse de su pasado "_69".
 Pero, mi favorita, es Twitter. La red social en la que nadie se quería meter porque "es solo para famosos". El auge de esta vino con los smartphones, con los que puedes tuitear a tiempo real las cosas que te están ocurriendo y no interesan a nadie (además de ser un buen sustituto del periódico del baño).
 Pero estos modernos móviles-calculadoras-ordenador-videoconsola-televisión-ladrillo trajeron el demonio con ellos: el Whatsapp. ¿Soy el único que odia quedar con sus colegas y que se pasen todos la noche whatsappeando? Gente a la que les preguntas algo y hasta que no acaban de chatear no se dan cuenta de que estás ahí. ¿¿¿POR QUÉ??? Pues porque están en lo que yo llamo "el otro mundo".
 Cuando están con sus amigos hablan con su novio/novia/personaalaquepagalasfantas, y cuando están con sus parejas se pasan todo el rato whatsappeando con sus amigos. ¿Nadie se da cuenta de que parecen zombis? A mi me han llegado a whatsappear gente que estaba sentada a mi lado (conocidos, mis amigos disfrutan de neuronas).
 Y es que, amigos, el fin del mundo se acerca. Es un apocalipsis zombi patrocinado por Whatsapp.